La última vez que abordé un tren fue hace más de 20 años rumbo a Tijuana. Fue un largo viaje de aproximadamente casi dos días. Ahora de nuevo lo volveré a vivir aprovechando que me fugaré de la ciudad rumbo al encuentro de escritores en Chihuahua, y me daré el placer de regresarme en el único tren que transporta gente en el país. Así podré vislumbrar la majestuosidad de la Sierra Tarahumara.
Siempre he creído o he tenido la concepción de que un viaje no sólo consiste en trasladarse a un lugar remoto; sino también es un retorno a los principios del tiempo y de la creación de uno mismo. Es como volver a recibir la bendición y enseñanza de nuestros ancestros, retornar a nuestros orígenes para reanudar nuestros ciclos de vida con nuevos ímpetus.
jueves, 17 de enero de 2008
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