Ayer alguien me dijo que tenía una telaraña sobre mi cabello, lo que me motivó a verme en el espejo. Cuál sería mi sorpresa que la dichosa telaraña era un hilo de luna que, malamente y erróneamente, los terrenales llamamos cana.
Pasaron mil recuerdos por mi mente como flechazos, e inevitablemente recordé cómo, cuando era niño, mi padre me daba 5 pesos por cada hilo de luna que le quitara del cabello hasta que fue casi imposible.
Duré unos minutos contemplando el hilo lunar. Confieso que al principio fue un choque, pero no me lo quise quitar porque al pasar los minutos o en cuestión de segundos, no sé, le tome cariño.
Ese hilito de luna es para ti. Ya no quiero llegar a viejo solo.
jueves, 17 de enero de 2008
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2 comentarios:
jajaja sha ves? nunca hay que decir de esa awa no beberé, justo antier te burlabas de mis tres canitas felices!! bueno, te voy ganando por dos, es que tú me sacas más canas :(
ta
garúa
aah yo creo que fue de las películas más hermosas y emotivas que vi contigo... ya no me acordaba de esa escena, qué rompe madre está
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